El concepto refiere al acoso escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo.
El acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares
de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el
aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional
y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares.
Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas
en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Causas
Se estima que la intervención simultánea sobre factores individuales,
familiares y socioculturales, es la única vía posible de prevención del
acoso escolar. La prevención se puede realizar en distintos niveles.
Una prevención primaria sería responsabilidad de los padres (apuesta
por una educación democrática y no autoritaria), de la sociedad en
conjunto y de los medios de comunicación (en forma de autorregulación
respecto de determinados contenidos).
Una prevención secundaria sería las medidas concretas sobre la
población de riesgo, esto es, los adolescentes (fundamentalmente,
promover un cambio de mentalidad respecto a la necesidad de denuncia de
los casos de acoso escolar aunque no sean víctimas de ellos), y sobre la
población directamente vinculada a esta, el profesorado (en forma de
formación en habilidades adecuadas para la prevención y resolución de
conflictos escolares).
Consecuencias
Los niños o jóvenes que son intimidados experimentan un sufrimiento real, que puede interferir en su desarrollo social y emocional, así como en su rendimiento escolar.
Además, éstos comienzan a perder bienes
materiales o piden más dinero a sus padres para cubrir los chantajes del
agresor. En los casos más severos, advierten los expertos, presentan moretones o agresiones evidentes en la cara y el cuerpo.
Los agresores a menudo eligen niños
pasivos, que se intimidan con facilidad o que tienen pocos amigos. Las
víctimas también pueden ser menores que sus agresores, por lo que es
difícil que se puedan defender.
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